domingo, 10 de marzo de 2019

Me he puesto en modo Marie Kondo y...

Mi vida lo pedía a gritos, ORDEN en la sala. Creo que solo te das cuenta de la cantidad de cosas que tienes cuando tienes que hacer una mudanza y en mi caso llené una furgoneta y varios maleteros. Me gusta verme como una mujer libre, sin ataduras, sin cadenas, nada ni nadie que le pare... hasta que llego a mi armario. Por muy pájaro que me quiera sentir hay algo que está claro, es imposible meter mis cosas en varias maletas y pirarme. La verdad es que no es algo que tenga en mente, tranquilos papá y mamá, no estoy pensando en desaparecer, simplemente es eso, que si quisiese, no podría. O peor aún, si hubiese un incendio en casa, yo perdería muchas cosas... ¿y me dolería por la cantidad o por la cantidad? No lo sé, pero en serio, es que no me explico cómo ocupan tanto espacio las cosas si luego uso lo de siempre y tengo que comprar más, tengo un problema.



Como yo soy muy fan de tener crisis existenciales un fin de semana empecé a hacer limpieza de armario, porque mira que tengo ropa, ¿eh?. Y no me quejo, de hecho aspiro a tener un vestidor entero lleno de ropa, como el de Dulceida si pienso en lo barato, el de Rachel Green si pienso en algo práctico o el de Carrie Bradshaw si pienso a lo grande. Igualmente en estos armarios hay cosas que sobran, porque no hay otra forma de definirlo; SOBRAN. Así que mientras puse a Marie Kondo dando consejos, abrí las puertas, despejé la cama y me puse a ordenar.

Si tú estás leyendo esto con un sentimiento de culpa, sí, debes hacerlo,
así que te dejo algunos consejos ¡y manos a la obra!... o al montón de ropa.

Encuentra el día

Por muy buenas intenciones que tengas, a veces, no es el día de ordenar. Tienes que pillarte en un mood no melancólico, pero tampoco enfadada. Lo importante es que seas capaz de tirar la camiseta que llevas años sin usar y solo guardas al fondo por si acaso, seamos sinceras,  no la vas a usar, es el momento de darle el funeral que merece.


Los recuerdos están en nuestra cabeza, no en la ropa

Parece una tontería, pero me costó aprenderlo. Yo soy muy de tener cariño a prendas solo porque me recuerdan a un momento importante de mi vida. Hay algunos que obviamente hay que guardar, como el último uniforme o ese vestidazo que aunque ya no entre, sigue valiendo 100 euros. Pero también hay jerseys, camisetas o simples complementos que no nos vamos a poner nunca y sin embargo guardamos por miedo de olvidarlo. Aceptemos la realidad, no van a hacernos un museo con todos nuestros recuerdos, nadie es tan importante. Entonces... ¿para qué guardar un abrigo que se cae en pedazos si jamás te lo vas a poner? Date el tiempo que necesites, pero es importante que aprendas y digas adiós.


Ponte algo de fondo

Ya sea una serie que no tengas que prestar atención o una buena playlist, el silencio atonta, todo lo demás motiva. Eso sí, debe ser algo que no te distraiga demasiado, porque una buena serie te hará quedarte en el suelo embobada con unas medias en las manos durante 40 minutos (sí, ha pasado). Si vas a hacer una limpieza intensiva tu cerebro va a estar rindiendo como si estuvieses en el gimnasio, no es algo científico pero yo lo noto, mucha reflexión, mucha reorganización... si te centras exclusivamente en todas las perchas que tienes al final te cansarás pronto, pero si mientras enrollas los calcetines con un buen temazo del 2010 las cosas van mucho mejor y aguantas.


Cada uno con lo suyo

Vale, creo que cada uno tiene su método para ordenar, yo dividí por secciones de arriba y telas, pero otros ponen todo por colores, no sé, no hay un truco, no te puedo ofrecer un tutorial. Ni siquiera Marie lo tiene, no... ella enrolla todo, lo cual no veo muy práctico porque digo yo, ¿no quedará luego super arrugado? Aunque sea menos cómodo yo soy de colgar en un montón de perchas, así me evito la plancha y recuerdo que tengo cosas, porque todo amontonado en rollitos de primavera no deja ver con claridad mi outfit.

Segundas oportunidades

Citando a Buscando a Nemo "y ahora ¿qué?". El objetivo principal de haber hecho esta limpieza es tener bolsas llenas con cosas que ya no quieres, en primer lugar, debes felicitarte, porque parecía misión imposible y al final ha resultado más fácil de lo que pensabas. Adiós a esa ropa que no usas, está desgastada o seremos sinceras... nunca vas a adelgazar tanto. Pero, ¿ves lo que acabo de hacer? Cuando te desprendes de la ropa no debes abrazarles, la verdad, a mí eso me hace más difícil la despedida. Pero sí puedes sentirte menos culpable del malgasto dándoles una segunda vida, solo que no contigo.


Para ayudar

Cuando te das cuenta de todo lo que tienes y todo lo que no usas es el momento de aprender. Todo momento es bueno para llevarte una pequeña lección, está bien tener cosas, sienta bien ¿no? Pero el sentimiento de culpabilidad no se cura solamente pensando en los que no tienen, hay que ponerle solución, la primera es muy sencillo, tu abrigo negro número 3 que has decidido no volver a guardar sigue siendo bonito y protege del frío. Y no es la única prenda que está pidiendo una nueva aventura. Donar la ropa es la respuesta que buscas, acércate con la bolsa a algún centro que tengas por el barrio, en estos tiempos por desgracia es fácil encontrar algún punto que necesite ropa, ayudar a alguien te va a hacer sentir mejor que una blusa nueva.

Para sorprender

De las muchas cosas que esperaba averiguar en la edad adulta era qué narices regalar en los cumpleaños y cómo no quedarte sin tus cinco euros de colchón mensual. Por eso un truco es pensar qué podría gustarle a otra persona que quieras. Yo siempre defiendo ardientemente la idea de que todo regalo debe llevar su ticket, pero eso es cuando es casi obligatorio regalar. Yo siempre he dicho que sería muy buena millonaria, estaría malcriando a mis amigas constantemente con dinero. ¿No sería super guay regalar a tu amiga un buen libro cuando decida por fin pasar del idiota de turno? hay muchas cosas que no, pero seguro que alguna es digna para alegrar un día cualquiera. 


Para ahorrar

Cuando eres un estudiante cada céntimo cuenta y hoy que está más de moda la ropa de segunda mano tenemos una pequeña ayuda para pagar gastos básicos. Sinceramente, cuando entré en Wallapop creía haber encontrado una mina de oro, creía que me iba a ganar un dinerillo mensual tan tentador que por poco iba a vaciar el armario y renovarlo cada trimestre o al menos pagarme un billete barato de Ryanair... pero no. No obstante no hay que perder la esperanza, he vendido alguna cosa. Un jersey de navidad, un libro repetido, bueno, mejor eso que nada. No sé de más apps que funcionen bien en el tema venta de ropa, pero no me vendría mal saberlas, así que si alguien lee esto y tiene recomendaciones que escribir... soy todo ojos.

Para tirar

Y por último, el montón que probablemente ocupe más espacio, el de las manchas que jamás se van, descosidos que no se pueden apañar, pantalones desgastados que no quedan bien ni en fotos vintage... la bolsa de ropa que va a ir directa a la basura. Aún así hay solución; reciclar. Siempre siempre siempre se puede reutilizar lo que tenemos, solo que no somos capaces nosotros de verlo. Descubrí hace un tiempo el contenedor de H&M, por cada bolsa de ropa te dan 5 euros de descuento en la próxima compra. Sé que hay en más tiendas, pero yo la que más visito es esa así que me viene fenomenal. No solo consigues un vale que seguro vas a usar, te aseguras que alguien reutilice esos vaqueros para una diadema bonita.



Así que ya sabes, haz un hueco en tu google calendar y encuentra el momento para quitar todo aquello que solo ocupa espacio, te sentirás muy bien dejando un hueco para una nueva etapa, estación o directamente... una nueva vida.

1 comentario:

  1. Pues das muy buenos consejos, en mi ciudad están los contenedores de Cáritas, vi un reportaje y decían que todo sirve, o para vestir o para rehacerlos en bayetas, no destruimos tanto y ayudamos a que alguien tenga trabajo.
    Al final, aunque da pena deshacerse de cosas, alegra saber que van a tener otra vida.
    ¡Me encanta tu blog!

    ResponderEliminar

Los comentarios siempre equivalen a una sonrisa, ¿te atreves?