domingo, 2 de agosto de 2015

1 de agosto- Lavadoras

Hoy me he despertado sin saber qué día era, extrañada por no tener a nadie a mi derecha, me he dado cuenta de que echo de menos llamar por teléfono y simplemente he vaciado la maleta.

Sólo se poner la lavadora de mi otro hogar, pero al final ha funcionado. Giraba toda la ropa y me preguntaba si los recuerdos se limpiaban con tanta facilidad, si lo que está sucio realmente se iba o habría que frotar varias veces. No encuentro un detergente para mí. Y empiezo a creer que lo necesito, uno para conservar el color y otro para blanquear lo grisáceo.
Pero hay cosas que nunca parecen secarse y siguen en el tendedor esperando un poco de luz para poder recogerse. Todo da vueltas y eso no significa que sea malo. A lo mejor después de un lavado no recuerdes cuando tu vestido favorito se manchó por tirarte a la piscina y arrastrarte por el suelo, o al sacar la ropa y reconocer todas tus prendas te des cuenta de que has cambiado de sitio y de suavizante.

Por la tarde he visto cómo discutían debajo de casa, ella lloraba porque nadie le quería y él le zarandeaba diciendo que se callase, jurando que a él sí le importaba. No sabía qué parte creer y no sabía si en esos casos también había que avisar, pero quedarse mirando de poco sirve. Así que he cuidado de la calle. Poco a poco, conforme escuchaba sus gritos, empezaba a detestar mis peleas inútiles que me han hecho perder gente que quiero, que ni siquiera ahora sé si he perdido. 
Depende de la hora. depende de muchas cosas, pero es aterrador no saber si tienes el corazón roto. 

Al final estoy decidiendo demasiadas cosas en un día para un futuro que no ha llegado y... no sé, que ha empezado el mes.

Debería frenar. O conducir. O hablar, por eso escribo. Encontremos solución.

1 comentario:

Los comentarios siempre equivalen a una sonrisa, ¿te atreves?