Cuando caen las hojas y la brisa se enfría me pongo a escribir a un antiguo amigo.
Llevo años recopilando esas cartas en pequeños vídeos que luego me gusta recordar para sentir más cerca el otoño y aunque me lleve su tiempo, el regalo que me queda después siempre me hace sonreír.
Este 2019 estuve a punto de no escribir, por lo menos no cada día, pero es irresistible o más bien... inevitable, así que aquí estoy. Cumpliendo lo único donde sí soy constante.
Querido, muy querido, Octubre:
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